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Como bien sabéis, soy el primer emperador romano de origen hispano. Durante mi reinado he intentado difundir las hazañas de nuestra época en Hispania y concretamente, en vuestra tierra, de diferentes maneras: la construcción de diferentes grandes obras arquitectónicas (Acueducto de Segovia) y la máxima extensión del territorio de Roma.

Las noticias de estas batallas y obras públicas son transmitidas por el pueblo, comunicándolas de forma oral. Sin embargo y dado que las palabras se las lleva el viento, puse a mi ejército y personas de confianza a imaginar distintas formas de dejar constancia de esas informaciones y llevarlas allí donde el viento no puede llevar las palabras.

Descartaron la copia de manuscritos por su lentitud y, lo que es más importante, porque nuestros soldados, en su inmensa mayoría, no saben leer. Pero creo que han alcanzado una solución aceptable. Aquí tenéis un utensilio que ha llegado a mis manos nadie sabe cómo. Según mis sabios, sirve apara encerrar imágenes de lo que ocurre en la realidad. Podréis utilizarlo para contar esas noticias que quiero llevar a los confines de mis reinos, a la manera de los llamados “telediarios” del s. XXI.

Os envío este artilugio a través de mi mensajero Augusto con esta carta para que lo utilicéis sabiamente.

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